Los mayores hablan de Gertrudis, de Esther,
del Príncipe y de la Caimana,
yo prefiero pensar en la muchacha desnuda
que sigue danzando en mi infancia
y que ha tomado como propio el oficio de iniciarme,
sus tareas domésticas no le impiden girar y girar
mientras la brisa le ayuda a levantar la falda
bajo la cual nada se oculta,
algo de mí quisiera volar hacia un nido entre vertientes oscuras,
el camino del deseo se va empedrando
de vaginas rozagantes y pequeños penes erectos,
ya me han dicho mis amigos
que el pecado original nada tiene que ver con manzanas,
la muchacha adivina mis pensamientos
y me ofrece su versión particular del cielo
pero luego se burla de mí
apostando a que el domingo volaré a confesarme…
Gertrudis murió en la batalla,
Esther jubiló su culo indiscreto,
El Príncipe fue cerrado
y la Caimana aún arrastra sus carnes espléndidas,
pero la muchacha de mi infancia sigue brillando desnuda
mientras yo percibo en el aire cierto polvillo risueño.
FRANCISCO ANGULO. (GF) Colombia
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