Y mi garganta espera el amargo dulzor del cristal,
Traspasando mis fosas.
Mi maxilar se tensa y una indescriptible euforia se apodera de mí,
En tanto, las palabras y los latidos adquieren un nuevo ritmo.Las vitrinas y el neón estimulan mis párpados y desorbitan mis ojos.
Volviéndome el amo y señor de un nuevo sueño estimulado,
Un patético transeúnte feliz en espera de una nueva dosis.
La curiosidad traspasa el riesgo,
Y las céntricas laderas se vuelven madriguera de sodomitas y pedófilos,
En tanto yo un sórdido voyeur de una obra decadente.
Avanzo entre las sombras, los árboles gimen y un policía hace la vista gorda,
Mientras una párvula desabrocha su bragueta.
La hora avanza, la noche se me escapa, el alba intoxica mis fuerzas,
Y todo vuelve a una tensa calma….
Luis Eduardo Muñoz (Dardo). Chile
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