A pocas horas, el puente,
Y la espera florece
de blancas margaritas que no esperan.
De a poco quedan fuentes, sus meses con sus días y sus horas
y el segundo que acaba cuando esa campanada
que trunca del pasado lo bueno o lo terrible
en el tiempo vivido, destapa el sol de siempre.
El reloj buhonero de las cosas perdidas
decapita una a una sus margaritas blancas.
A tan poco de tanto y tal vez para nada
que puede que no quede, o quede para siempre,
una mujer dibuja la palabra Cariño.
Escritora y poeta MARÍA EUGENIA CASEIRO (Cuba)
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