Escucha
que la lluvia se desgarra
sobre este ardor del aire,
ardor de entrega.
Escucha como creces
desde lo más oscuro del sudor.
Es tu voz que se corta,
-ajena flor del ansia-
en los íntimos ángulos de la humedad.
Es el deseo y su silabario de fuego,
como una redimida marejada
abriéndose desde tu vientre.
Es tu aliento, niebla amante.
Niebla atada a sus ritmos de flama,
acá entre nuestras bocas
suspendidas como mundos de sal.
Sí, escúchate, eres toda tú,
la brisa más próxima al amor,
abriendo mi torso
hasta tu más incitada cumbre.
ALEXANDER ALVARADO. Costa Rica
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