
Por Antonio Prada Fortul
El Barrio Espinal en Cartagena de Indias, es uno de los más antiguos de esa ciudad, Se conoce como “Pié del Cerro” por su ubicación frente al castillo de San Felipe de Barajas. El barrio en ese entonces, carecía de alcantarillado, las lluvias formaban grandes charcos en las calles que los soles del Caribe cartagenero evaporaban. Las casas estaban construidas en madera machihembrada con fachadas multicolores y patios llenos de frutales, donde se reunía la familia los domingos después de misa.
En una de esas casonas vivía Julián Caicedo. Tenía diez y siete años, su vida transcurría entre el colegio, la pesca en precarios botes para capturar pargos, mojarras, juréles y jugar béisbol en el Playón.
Esa noche iba a salir con su novia, para el castillo y meterse en uno de los túneles, como lo hacían habitualmente. Después de comer, se dirigió a la esquina a esperar a Raquel.
Al llegar esta, Julián agarra amorosamente su mano mientras se dirigen al interior del Castillo.
Arriba en la bóveda celeste, la luna llena de un color amarilloso, indicaba que Ochún, el Orisha del amor y la sensualidad, reinaba esa cálida noche.
Ese recorrido lo habían realizado muchas veces durante el noviazgo. Con la confianza de siempre, se dirigen a uno de los túneles ubicados al final de la segunda rampa. Siempre iban al mismo lugar por lo cómodo y espacioso de esa garita donde solían amarse. Cuando estaban en lo más fogoso...
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1 comentario:
Estuve hace 1 mes en la Ciudad de las artes y las ciencias... es impresionante.
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