
Llegó
con cierta holgura de alpargatas cansadas.
Su mirada tenía
el vacío color de los perplejos.
Sus manos
se abrían y cerraban
como un latido al borde de la gente
entre la puerta principal y el atrio helado.
su brazo se estiró como una lengua mustia
Salían todos de la misa
y él quedó ahí apagando vaciedades.
Cuando hubieron salido los creyentes
miró al fondo el altar,
temblando un poco
se llevó los dedos a la frente y
despacio
como era su costumbre
susurró las palabras
“En el nombre del padre…”
El sombrero vacío de monedas.
El corazón vacío de amistades.
El estómago seco.
Poeta Susana Mabel Lizzi (Argentina)
1 comentario:
Exquisito poema, de los que Susana ya nos tiene acostumbrados. Con la sensibilidad, ritmo y calidez que guían su pluma.
Mis felicitaciones y vaya un beso, por otorgarme el enorme placer de leerlo.
Gustavo M. Galliano
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