Al despertar junto a la pared mohosa,
le desprendió la luz
el polvo de su vestido.
Se arrancó las perlas
y adornándose desnuda con las trenzas,
en un chal de enredaderas,
salió a la calle de los vivos.
La tarde que ya se iba
la encaminó un instante.
Bajo los tabachines
el viento se mecía
en la lumbre de las velas.
Se le antojó de todo.
Los panes, las mandarinas,
que la vieran los astros
recargados en el aire
de la fiesta.
Desde un rincón de la penumbra
reconoció una cara
y con la sombra de su voz
gritó aquel nombre
que pareció escucharla.
Le adivinó en un gesto
que la buscaba.
Sintió la prisa
de alcanzar su tumba
y metiéndose en el lecho,
lo esperó la horas.
Así la encontró el amor,
amaneciendo.
Escritora y Poeta Rosy Paláu ( México)
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