Derrotó el relevo
parco de su estirpe sin terror,
su pacto en el infierno de la tinta
fue concreto.
Sacrificó su razón
a cambio de la fuerza
y sin tribulación
emigró del paradigma convexo,
ritual ineludible para el conjuro de la muerte.
Sabe bien que sus arterias no harán
parte del futuro capital de la tierra miserable
después del cóncavo universo abolido,
por eso no finge el desvarío
con tonos uniformes
y optó en primera instancia
por el olvido de la luz
como lo hace ahora con la sombra.
Fugarse de los cuerpos
que lo atan a la historia
y al viña sórdida de dios
es solo el último eslabón del pacto.
Poeta Juan David Ochoa (Colombia)
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