Un muchacho descansa la ferocidad de la noche,
el calor de sí mismo y de otros impregna su cama.
Su belleza inversa perturba a otros hombres
que espantan con burla grosera
la angustiosa ambigüedad que les refleja su espejo.
Cada mañana contra los árboles,
mira el cielo que se aleja y el mar bajo la cerca,
también a los aviones que se comen la pista
mientras él sigue esperando su raptor extranjero.
En la esquina del patio
el arco de su orín lo conecta a la tierra,
un poco de agua y un precario jabón
escurren de su cuerpo
y buscan su cauce entre espumas de piedra
así como él busca su cauce más allá de las lomas
a las que el sol les aprieta las tetas.
Escritor y poeta Francisco Angulo Guerra (GF) Colombia
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