Sabes que no puedes entrar. Te acercas a la ventana con cierto disimulo, mirando a los lados y deseando que no te vean. No vas a permitir que se burlen del vestido azul de listas que mamá te cosió con tanto esmero. No quieres entrar. El vidrio empañado, te permite adivinar las carcajadas del grupo alrededor de la torta con sus velitas encendidas. La alegría llega a ti y te lastima. A lo lejos un relámpago anuncia que va a llover, ojalá la lluvia te haga el favor de esperar siquiera a que la fiesta se termine y tú puedas regresar a casa simulando que lo pasaste genial. El ruido del trueno te obligó a cerrar los ojos y ni cuenta te diste de que empezó a llover. Ya el vestido se arruinó. El vidrio de la ventana se ha limpiado con el aguacero, pero adentro ya no se ven niños cantando. Hubieras jurado que tenías puesto el vestido azul, pero no, la falda es negra y la blusa, morada. Llegaste temprano de la oficina. Alguien te pregunta: -¿Señora, se siente bien? ¿Esta es su casa? Asientes con la cabeza. Todo está tan confuso. Lo único seguro es que en la sala la pareja se está besando, y tú no puedes entrar.
Escritora Alicia Norma Alayón (Argentina-Colombia)
1 comentario:
me fascinan las sugerencias al pasado, ese algo que no se pudo lograr y que aun ahora molesta, me gusta mucho el remate final, confirmando aun mas ese manejo del tiempo. edgardo
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