Imaginemos un parque.
Árboles frondosos,
sombra agradable,
apetitosas frutas.
Frutas
que sólo se sueñan en los parques,
debajo de fresca fronda,
tendidos -si acaso-
sobre delicado pasto.
Y la mano
-la inquieta mano-
buscando temerosa
y con delicado empeño
la fruta madura,
la cómplice fruta
de nuestras primeras travesuras
en el parque.
Su inconfundible olor
de fruta caída,
de abierta fruta,
semilla que aflora
ante voraz apetencia.
Y los dedos,
como ebrios pájaros picoteando
la dulce carne
que rendida se nos brinda.
Nunca es igual esta fruta de los parques...
Si todavía no lo has hecho
¡Atrévete a probar
la virtud de su milagro!
Poeta RICARDO DE LAS SALAS MIER (Colombia)
2 comentarios:
Ricardo
esto de integrar natura con el amor
me parece muy dulce y certero.
saludos desde Argentina
anahi d. Bezoz
Ricardo
esto de integrar natura con el amor
me parece muy dulce y certero.
saludos desde Argentina
anahi d. Bezoz
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