De repente, todos se llaman como él o su nombre aparece por todas partes. Lo espe
ro, espero que llegue durante la madrugada, que entre en silencio en mi habitación, se siente en la orilla de la cama, se quite los zapatos y las medias. Me observa y yo me hago la dormida. Abro los ojos y está sobre mí. Los cierro y me besa. El sueño se repite cada noche. A veces está desnudo. Otras, solo lleva puesta una camisa. La vida cotidiana solo funciona con la luz apagada. De día, cada cual regresa a su pequeño mundo. A las costumbres y las apariencias. Yo observo con recelo el trayecto que me lleva de mi casa al trabajo, del trabajo a mi casa. Sin variar, repetido hasta el cansancio. A veces desconfío de las personas y otras veces, me parece que son lo único verdadero, en medio de todo. Recuerdo su risa. Su boca, sus dientes. El amor me lleva por senderos que quiero transitar. Sin embargo, cobra un precio por cada entretenimiento. Algo queda perdido para siempre. Un abrazo o una caricia se evaporan cuando amanece. La noche debería prolongarse, intermitente. Incuestionable. Miguel bosteza, tiene sueño, duerme conmigo, me hace el amor y quizá haya una nueva oportunidad en un par de días o tres. Siempre espero que algo cambie, que un milagro suceda, de repente, un conjuro para que el hombre de tu vida no se largue. Una oración estéril. Y un sollozo. Debo llorar porque no tengo otras opciones para evaporar el dolor. Y no deseo tarros de conservas con lágrimas. Quiero que el dolor pase, se marche, ligero. Quiero que este dolor que lleva escrito su nombre, este dolor, escrito con cada una de las letras de su apellido, se acabe pronto. En el sueño el amante debe permanecer conmigo por un día entero. No debe olvidar cuál es mi nombre ni mi dirección. Debe escribirme si va a tardarse, o darme una llamada. Debe cumplir la promesa que nunca pronunció pero que yo intuí. La promesa del amor, del querer, del poder. La promesa que habla de las posibilidades. No me gustan los amores insalubres, deben oler a madera y saber a selva. Deben tener el aliento entrecortado, quizá deben estar cansados, o desquiciados. Este amor que ha traspasado las barreras de mi habitación, de mi cuarto, éste amor debe quedarse un par de semanas, al menos, para ver qué pasa.Claudia Karim Quiroga. (Colombia)
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