Repentinamente las sombras ganaron la partida
y en un mano a mano entre el miedo y el terror
ganó el espanto.
Una tela empapada en gasolina te cubría la cabeza
y se pegaba a tu boca que olía a oscuridad y asfixia.
Respirabas de costado como los peces fuera del agua
boqueando desesperado por un poco más de aire.
Las manos atadas a la espalda con alambre
un nudo, otro nudo, un pentagrama de nudos
se hundían en tu carne que olía a pánico y recelo.
Tirado en el piso de un camión
que traqueteaba por caminos vecinales
ni siquiera te atrevías a pensar en tu futuro
tu mayor preocupación era tan sólo
el agobio de la siguiente inspiración
si llegaría aire a tus pulmones
si la tela dejaría de pegarse a tu boca
si la gasolina dejaría algún día de profanar tu nariz.
ese día no lo sabías pero lo peor aún estaba por venir
trece soles de diciembre derritiendo tu cerebro
trece hielos de agosto astillando tus huesos
ciento y pico de meses de agujeros malolientes
cuatro mil días
gambeteando a la locura por la línea de cal
eludiendo al contrario a fuerza de picardía
y de garra charrúa
derrotando por goleada
a la máquina de picar carne.
Mientras tanto afuera
en los calabozos de afuera
nos cortaban el pelo y las ideas
nos alargaban las faldas y las desilusiones
y el miedo
el miedo nos pisaba los talones.
Poeta Annabel Villar (Uruguay)
1 comentario:
Amigo, encontrê tu rostro en mi blog de amigos. Gracias por esta, pienso que un blog es algo màgico para nosotros los escritores, porque con el podemos viajar espacios infinitos y posarnos sobre pàginas en blancos y reunirnospara concetar sueños
Desde Argentina te saluda
Lydia Raquel Pistagnesi
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