Mis manos
amanecen con el alba de tus labios
y terminan ocultándose en el ocaso de tu sexo,
algunos dicen que tu ocaso queda en el sur
otros que queda en el oeste
eso, sólo mis manos lo saben.
2.
En medio de la nada,
de lo intocable mi pensamiento se petrifica,
se vuelve escurridizo, indescifrable,
mis ojos vuelan hacia tu nombre, hacia tu sexo,
hacía tus ojos dormidos, ausentes, lejanos;
dejaste de ser fértil era.
La terca mosca que ronda los umbrales
del vaso de mi tiempo
me trae de regreso a la realidad,
y entonces como si fuera la inefable sentencia
-dado que fuiste lo que más amé-
sigo bebiendo el veneno
de tu inquebrantable ausencia.
Rudy Alfonzo Gomez Rivas (Guatemala)
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