¿Quién habrá sido? Nadie la recuerda. Incluso los ancianos de la familia, que cad
a vez son menos, parecen haberla olvidado. Sin embargo, estuvo en la sala de la abuela Carlota por muchos años, desde que algunos tenemos memoria, presidiendo uno de sus ambientes, con su rostro perruno, sus ropas elegantes, sus joyas y su curiosa mascota.Mi padre decía que quizá fuese Floria, una lejana parienta, famosa por su fealdad, su riqueza y sus extravagancias, como traer a la mesa a sus perros y señalarles un sitio, en el que había un plato de porcelana, y obligar a las sirvientas a que los trataran de usted.
¡Y que perro tan feo el del retrato! Sentado en esa oscura falda de raso bordado y encajes, parece sentirse el motivo central del cuadro, mira con una especie de desdén al fotógrafo y a los que lo contemplan, como si estuviera acostumbrado a despreciar a los seres humanos, sintiéndose su igual. Sus fríos ojillos, brillantes, han sobrevivido a los años y al olvido, relampaguean entre las lanas de su cara diminuta, y parece que en cualquier momento emitirá un ladrido inverosímil, incluso ahora que la nueva dueña de la casa, la sala y todas las cosas, ha tomado el retrato y lo ha refundido en un cajón que se perderá en la buhardilla.
JORGE DÁVILA VÁZQUEZ. Ecuador





1 comentario:
MUY BUENO!
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