Tengo los ojos llenos de luz,
cansada luz, dormida a veces
en el fuego de este mar
a punto de saltar a la batalla.
Agonizando regresaste para libar
en los ángulos de un corazón huido
entre las sombras del jardín
mientras la aurora navega.
Me desperté
sangrando mil palabras.
Unos cuchillos trenzaban ilusiones
entre las sábanas ausente de risa.
El día se fue y te vi
reflejada en el fondo de unas manos
acostumbradas a la llaga
de este tránsito eterno.
Aquí, los dioses controlan sin pudor
el aroma de los días.
Poeta Faustino Lobato (España)
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