La casa vieja
Se derrumba tras las horas,
Nadie acude a pernoctar en sus paredes.
Se ve triste, vacía,
Sin juegos, sin abuelos,
Sin historias contadas a su vera.
Han tirado a la basura sus escombros,
Mas su sombra permanece…
Pedestal de la inocencia.
En la calle, el aroma a eucalipto,
Trae el canto alouette, alouette,
Al ritmo incansable de la comba.
Nadie sabe del espectro,
Que vaga extraviado
Por sus suelos, tras sus rejas.
Marié Rojas Tamayo (Ciudad Habana, Cuba)
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