Aquí está nuevamente La Urraka, después de haber sorteado gran cantidad de obstáculos. Podría parecer al ojo desprevenido, que una simple revista virtual, dedicada exclusivamente a la cultura, y muy especialmente a la literatura, no debiera tener enemigos. Contradictores sí, como es apenas lógico cuando se expresan opiniones o gustos artísticos, que no siempre serán compartidos por todos. Además, hay que huir de la unanimidad, ya que es peligrosa y señal de estancamiento, y, en el peor de los casos, síntoma inequívoco de retroceso. Pero que pueda haber criaturas enfermas, dispuestas a destruir el trabajo cultural que realiza La Urraka, es totalmente increíble. Mira que tomarse la molestia de dirigirse a las directivas de Google, para denunciar a nuestra Revista como productora de material contaminante e inmoral es perverso desde todo punto de vista. Qué motivos tendría quien esto hizo, créanme que no me interesa averiguarlo. Ello sería un material valioso para investigadores de las patologías mentales, que no es nuestro caso. Cuento esto más como anecdotario, y quizás como explicación del porqué La Urraka dejó, por cierto tiempo, de golpear vuestras ventanas.
Después de algunas aclaraciones a los empleados de Google, que como es normal, son muy expertos en cibernética, pero absolutamente tapiados para el arte y la literatura, logré demostrar a medias, que no ofrecemos “material peligroso”. Y digo a medias, porque quizás verán un aviso antes de entrar a las páginas de La Urraka, que les advierte de que van a entrar a un lugar “peligroso”. Peligroso SÍ, para la ignorancia que carcome a nuestros países, a nuestros jóvenes, a las personas que mal manejan la cultura desde los ministerios e institutos de cultura, atrincherados en sus abullonados sillones de burócratas. Pero no para el arte, para quien nos hemos convertido en una ventana donde artistas de todo el mundo tienen la oportunidad de dar a conocer sus trabajos sin ningún tipo de recomendación que no sea su propia obra. Por ello estamos tranquilos, pues sabemos que nos sobran los amigos y cómplices en este hermoso servicio diario de hacer cultura.
Parece que la causa de la compleja situación fue el especial sobre erotismo, que todos los años realizamos con motivo del Festival de Poesía y Arte Erótico, que se realiza en Cartagena de Indias para las calendas de diciembre. Esto desestabilizó emocionalmente a alguien, no supo qué hacer con la belleza de las obras artísticas que nos enviaron nuestros colaboradores de todos los rincones del globo, y desmoronado(a) física y mentalmente, nos lanzó la moderna inquisición de la censura.
Aquí está La Urraka, y quien le tenga miedo, que no la deje entrar a sus predios, pues corre el riego de que le sean abiertos los ojos.
El Director
BIENVENIDOS: REVISTA LA URRAKA INTERNACIONAL. EDICIÓN Nº 26
Portada:
Obra: Regatas en Argenteuil
Autor: Claude Oscar Monet
Fecha: 1874
Museo: Museo de Orsay
Características: 48 x 75 cm.
Material: Oleo sobre lienzo
Estilo:Impresionismo
***********************************************************************************
Obra: Regatas en Argenteuil
Autor: Claude Oscar Monet
Fecha: 1874
Museo: Museo de Orsay
Características: 48 x 75 cm.
Material: Oleo sobre lienzo
Estilo:Impresionismo
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Cómplices en las Artes y la Amistad
lunes, 27 de septiembre de 2010
martes, 21 de septiembre de 2010
PARA CONOCERNOS UN POCO: Milcíades Arévalo
Milcíades Arévalo
Muchos lectores y seguidores de la revista Puesto de Combate saben y conocen lo que ha sido- parcialmente- la vida de Milciades Arévalo, un hombre que ha conocido las duras y las maduras, que recorrió el mundo siendo marinero, que vendió libros por todo lo largo y ancho de la Costa Atlántica, que vivió el esplendor del hippismo y el nadaísmo en Colombia, que la mayoría de los escritores y poetas latinoamericanos han sentido su afecto y su espaldarazo, que ha sufrido a lo largo de los años por sacar adelante su publicación y cada día se le cierran más las puertas porque en este país hay más presupuesto para la guerra que para la cultura, que tiene una inimaginable colección de fotografías de poetas, escritores, columnistas, dramaturgos, editores, que todos los años lleva decenas de cajas cargadas de revistas para ir a venderlas en la feria del libro de Bogotá, que…
El recorrido es largo. Larguísimo y doloroso. Ha sido más que un Calvario. Y él lo reconoce, lo sabe y le duele, y aún más porque ya con 67 años la vida se le ha puesto aún más dura. A veces se encierra en sí mismo y dura días y semanas sin pronunciar una sola palabra y no entiende cómo él, que ha sido Mecenas de decenas de intelectuales, esté hoy asilado en el olvido, rumiando dolor y angustia.
La Fundación Santillana para Iberoamérica, junto a la Fundación Cultura Libros y Letras le hicieron un merecido homenaje junto a Mario Rivero director de Golpe de dados y a Carlos Enrique Ruiz director de la revista Aleph y esa noche, con lo ojos inundados de tristeza, dijo que habían transcurrido más de cuatro décadas trabajando por la cultura del país “y hoy estoy aquí sólo con una carga de recuerdos, pero siempre en el olvido”.
Decidimos hablar con él y, aunque no se crea, es la primera vez que prácticamente se “desnuda” de cuerpo y alma para mostrar lo que es él, Milciades Arévalo.
- ¿Cuál es la imagen más lejana que tienes de tu infancia?
- La de un niño corriendo descalzo bajo la lluvia camino a la escuela.
- ¿En dónde ocurrió esa escena?
- Cuando yo estudiaba en la Escuela La Fuente, una vereda de El Cruce de los Vientos, en 1953. Por aquella época, llegó un señor y empapeló la escuela con carteles donde anunciaban al presidente el señor teniente Coronel Gustavo Rojas Pinilla.
- ¿Cómo fueron esos primeros años en la escuela?
- Fueron los años más difíciles de mi vida, pues carecía de todo. Vivía con mi papá y un hermanito menor. Por consiguiente me tocaba hacer el almuerzo, la comida e ir a la escuela. En mi casa no había luz eléctrica, solo velas. Así que el día se terminaba a las seis de la tarde. Me encantaba mirar las noches cuajadas de estrellas, y pensaba que mi madre debía ser una de ellas. Inclusive, esperaba que volviera. Hay un cuento que resume todo eso, se llama “Ella no volvió”. Ahí cuento mi tragedia y mi soledad. También tuve días placenteros, cuando llevaba la bandera patria en los desfiles importantes por culpa de mis buenas notas. La maestra, era toda linda, sabía de las necesidades de mi hogar y de mi soledad y me daba a beber de su leche y comer de su comida que hacía en la escuela. Yo, a cambio le llevaba leña, para que calentara sus noches que eran tan frías como las mías. Ella y mi abuela, fueron las que me enseñaron a escribir, y también a soñar. Mi abuela me contaba de la Guerra de los Mil Días donde estuvo mi abuelo y regresó con un balazo en el pecho y una guitarra en bandolera. Mientras mi abuela me contaba esas cosas, yo soñaba, soñaba e imaginaba. Imaginar era mi dicha y mi pasión más afortunada. De todo lo que contaba mi abuela, escribí un cuento, “El difunto”, que trata de mi abuelo cuando regresó de la guerra.
- ¿Cómo fue tu profesora?
- De mi profesora… ¿Qué podría contarte de ella? Sabía tantas cosas y era tan feliz que por la noche se bañaba desnuda en la alberca de la escuela, ahí donde los niños jugaban con barquitos de papel que no iban a ninguna parte. Esa parte de la escuela y de mi maestra, está en un cuento que titulé “La segunda muerte del tío Gregorio”. Todo lo que yo escribo, no es autobiográfico pero, claro, he tomado mucho de la vida, creo que demasiado, tanto que literatura y vida no se distinguen en mí. A veces pienso que soy un personaje de un cuento. Ignacio Ramírez dijo en alguna ocasión que yo me parecía más a mis cuentos que al que era realmente. Y es cierto. Yo soy una historia que alguien va a contar algún día; no serán mis hijos, ni mis amigos pues he vivido todo el tiempo en soledad, tanta, que a veces pienso que yo nunca tuve amigos, sino cómplices, cómplices en la literatura, cómplices en el trabajo, cómplices en el amor. Es duro contar todo eso, pero la verdad, es que soy el escritor más alejado de los escritores; ni siquiera me parezco a ellos.
- ¿Y lo lamentas?
- No. No lo lamento, pues pienso que la mayoría lo ha tenido todo, mientras que yo he carecido de todo, pero nunca me ha faltado nada para alimentar mi imaginación. La imaginación la alimento con las realidades, las verdaderas, las que me ha dado la vida. Por eso he hecho tantas cosas.
- Supe que te habías escapado de la casa cuando niño…
- Sí. Cuando niño me escapé de la casa por tantas privaciones y me fui a recorrer el mundo en un barco. Desde entonces he conocido muchas ciudades, muchos puertos y muchos rostros.
- ¿Qué sucedió con tu mamá?
- Mi madre se llamaba Aurora y mi abuela Alba. Para morirse sucedió que un día amaneció preñada y me dijo que iba a tener un hermanito. -¿Un hermanito? Ya habían nacido 9 y todavía esperaba un hermanito. Yo pensé que de seguro iba a ser mejor que yo porque yo no daba pie con bola. Me tropezaba con el aire, me daban duro las madrugadas al pie del ordeño en medio de la niebla, se me regaba el agua cuando iba por ella a la quebrada que bajaba del monte como una serpiente de plata y cristal, confundía el norte con el sur y en mi casa no había en dónde leer una palabra, ni un libro, ni una guitarra, pero éramos nueve hermanos; los mayores nunca nos visitaban. Y los menores apenas sabíamos hacer las cosas que no saben hacer los niños. Cuando mi madre iba a dar a luz, me mandaron para donde unas tías. Nos fuimos una noche en el Ferrocarril del Nordeste, pero no alcanzamos a llegar a donde íbamos porque nos avisaron por telégrafo que mi madre se había muerto de parto. Debió ser por el vidrio de una botella rota que se le incrusto en el pie por andar descalza y se desangró.
- ¿Sólo por eso?
- Sí. Pero también por las muchas hambres que había aguantado, la soledad en que vivíamos y también la violencia que se veía en el campo, pues hasta nos quemaron el rancho para que nos fuéramos de allí.
- Realmente triste todo ese comienzo de tu vida.
- Sí. Esas cosas son muy tristes para ponerse uno a recordarlas, por fortuna tengo una memoria tan tenaz que me parece que estuviera viendo todo eso que nos pasó. De modo que por esa razón se murió mi madre, por un embarazo, y… me dejó solo. A eso explico esta soledad que vivo en esta ciudad. No es que no me gusten las fiestas, el jolgorio, andar con los amigos, no. Es que me siento muy solo. Por eso prefiero pasarme todo el día escribiendo, sin molestar a nadie.
- ¿Cómo fueron esos primeros años con la maestra? ¿Cómo era ella? ¿Cómo fue tu relación?
- Mi maestra era como de aire... La enviaban del municipio y debía vivir en la escuela. . Ella no iba a la escuela los lunes porque llovía mucho, pero trabajaba hasta el sábado por la tarde... Yo salía a esperarla todos los Martes a la orilla de un puente y después nos devolvíamos para la escuela recogiendo leña, cantando, que se yo. Yo iba detrás de ella y la miraba como a un ser de otro mundo, tanto, que hasta me parecía que era transparente, tanto así, que cuando ella se bañaba desnuda en la alberca de la escuela, al verme me decía: “Ponme a calentar la leche que tengo frío, gatito”. Y yo iba corriendo a la cocina y ponía a calentar la leche, para que cuando ella saltara de la alberca a su cama, tuviera su vaso de leche calientico.
- ¿E intercambiabas con ella algo de poesía?
- Ella no sabía nada de poesía, pero sabía matemáticas, historia, cosas prácticas también, porque sabía hacer el almuerzo y la comida. Tenía cachumbos en su pelo que era dorado como el trigo y usaba unas faldas largas que le llegaban hasta el calcañal. Sus faldas eran vaporosas y cuando las lavaba, colgaban de la cerca de alambre de púas que colindaba con la escuela. Me quería mucho y en vez de decirme “huerfanito” me decía “gatico”. Y yo aceptaba el oficio de gato, y cuando iba al monte escribía su nombre con candela. Y cuando íbamos todos los muchachos de paseo al río, escribíamos su nombre en el agua. Pero ella no se casó con ninguno de los muchachos de la escuela sino con un señor de bigotes y sombrero alón que un día vino por ella y se la llevó en una carreta tirada por bueyes. Un día la vi hace algunos años. Estaba vieja, pero el timbre de su voz estaba intacto. No tuvo hijos y murió ciega. Fue una relación linda.
- ¿Y cómo recuerdas a tu abuela?
Seguir leyendo la entrevista
Muchos lectores y seguidores de la revista Puesto de Combate saben y conocen lo que ha sido- parcialmente- la vida de Milciades Arévalo, un hombre que ha conocido las duras y las maduras, que recorrió el mundo siendo marinero, que vendió libros por todo lo largo y ancho de la Costa Atlántica, que vivió el esplendor del hippismo y el nadaísmo en Colombia, que la mayoría de los escritores y poetas latinoamericanos han sentido su afecto y su espaldarazo, que ha sufrido a lo largo de los años por sacar adelante su publicación y cada día se le cierran más las puertas porque en este país hay más presupuesto para la guerra que para la cultura, que tiene una inimaginable colección de fotografías de poetas, escritores, columnistas, dramaturgos, editores, que todos los años lleva decenas de cajas cargadas de revistas para ir a venderlas en la feria del libro de Bogotá, que…
El recorrido es largo. Larguísimo y doloroso. Ha sido más que un Calvario. Y él lo reconoce, lo sabe y le duele, y aún más porque ya con 67 años la vida se le ha puesto aún más dura. A veces se encierra en sí mismo y dura días y semanas sin pronunciar una sola palabra y no entiende cómo él, que ha sido Mecenas de decenas de intelectuales, esté hoy asilado en el olvido, rumiando dolor y angustia.
La Fundación Santillana para Iberoamérica, junto a la Fundación Cultura Libros y Letras le hicieron un merecido homenaje junto a Mario Rivero director de Golpe de dados y a Carlos Enrique Ruiz director de la revista Aleph y esa noche, con lo ojos inundados de tristeza, dijo que habían transcurrido más de cuatro décadas trabajando por la cultura del país “y hoy estoy aquí sólo con una carga de recuerdos, pero siempre en el olvido”.
Decidimos hablar con él y, aunque no se crea, es la primera vez que prácticamente se “desnuda” de cuerpo y alma para mostrar lo que es él, Milciades Arévalo.
- ¿Cuál es la imagen más lejana que tienes de tu infancia?
- La de un niño corriendo descalzo bajo la lluvia camino a la escuela.
- ¿En dónde ocurrió esa escena?
- Cuando yo estudiaba en la Escuela La Fuente, una vereda de El Cruce de los Vientos, en 1953. Por aquella época, llegó un señor y empapeló la escuela con carteles donde anunciaban al presidente el señor teniente Coronel Gustavo Rojas Pinilla.
- ¿Cómo fueron esos primeros años en la escuela?
- Fueron los años más difíciles de mi vida, pues carecía de todo. Vivía con mi papá y un hermanito menor. Por consiguiente me tocaba hacer el almuerzo, la comida e ir a la escuela. En mi casa no había luz eléctrica, solo velas. Así que el día se terminaba a las seis de la tarde. Me encantaba mirar las noches cuajadas de estrellas, y pensaba que mi madre debía ser una de ellas. Inclusive, esperaba que volviera. Hay un cuento que resume todo eso, se llama “Ella no volvió”. Ahí cuento mi tragedia y mi soledad. También tuve días placenteros, cuando llevaba la bandera patria en los desfiles importantes por culpa de mis buenas notas. La maestra, era toda linda, sabía de las necesidades de mi hogar y de mi soledad y me daba a beber de su leche y comer de su comida que hacía en la escuela. Yo, a cambio le llevaba leña, para que calentara sus noches que eran tan frías como las mías. Ella y mi abuela, fueron las que me enseñaron a escribir, y también a soñar. Mi abuela me contaba de la Guerra de los Mil Días donde estuvo mi abuelo y regresó con un balazo en el pecho y una guitarra en bandolera. Mientras mi abuela me contaba esas cosas, yo soñaba, soñaba e imaginaba. Imaginar era mi dicha y mi pasión más afortunada. De todo lo que contaba mi abuela, escribí un cuento, “El difunto”, que trata de mi abuelo cuando regresó de la guerra.
- ¿Cómo fue tu profesora?
- De mi profesora… ¿Qué podría contarte de ella? Sabía tantas cosas y era tan feliz que por la noche se bañaba desnuda en la alberca de la escuela, ahí donde los niños jugaban con barquitos de papel que no iban a ninguna parte. Esa parte de la escuela y de mi maestra, está en un cuento que titulé “La segunda muerte del tío Gregorio”. Todo lo que yo escribo, no es autobiográfico pero, claro, he tomado mucho de la vida, creo que demasiado, tanto que literatura y vida no se distinguen en mí. A veces pienso que soy un personaje de un cuento. Ignacio Ramírez dijo en alguna ocasión que yo me parecía más a mis cuentos que al que era realmente. Y es cierto. Yo soy una historia que alguien va a contar algún día; no serán mis hijos, ni mis amigos pues he vivido todo el tiempo en soledad, tanta, que a veces pienso que yo nunca tuve amigos, sino cómplices, cómplices en la literatura, cómplices en el trabajo, cómplices en el amor. Es duro contar todo eso, pero la verdad, es que soy el escritor más alejado de los escritores; ni siquiera me parezco a ellos.
- ¿Y lo lamentas?
- No. No lo lamento, pues pienso que la mayoría lo ha tenido todo, mientras que yo he carecido de todo, pero nunca me ha faltado nada para alimentar mi imaginación. La imaginación la alimento con las realidades, las verdaderas, las que me ha dado la vida. Por eso he hecho tantas cosas.
- Supe que te habías escapado de la casa cuando niño…
- Sí. Cuando niño me escapé de la casa por tantas privaciones y me fui a recorrer el mundo en un barco. Desde entonces he conocido muchas ciudades, muchos puertos y muchos rostros.
- ¿Qué sucedió con tu mamá?
- Mi madre se llamaba Aurora y mi abuela Alba. Para morirse sucedió que un día amaneció preñada y me dijo que iba a tener un hermanito. -¿Un hermanito? Ya habían nacido 9 y todavía esperaba un hermanito. Yo pensé que de seguro iba a ser mejor que yo porque yo no daba pie con bola. Me tropezaba con el aire, me daban duro las madrugadas al pie del ordeño en medio de la niebla, se me regaba el agua cuando iba por ella a la quebrada que bajaba del monte como una serpiente de plata y cristal, confundía el norte con el sur y en mi casa no había en dónde leer una palabra, ni un libro, ni una guitarra, pero éramos nueve hermanos; los mayores nunca nos visitaban. Y los menores apenas sabíamos hacer las cosas que no saben hacer los niños. Cuando mi madre iba a dar a luz, me mandaron para donde unas tías. Nos fuimos una noche en el Ferrocarril del Nordeste, pero no alcanzamos a llegar a donde íbamos porque nos avisaron por telégrafo que mi madre se había muerto de parto. Debió ser por el vidrio de una botella rota que se le incrusto en el pie por andar descalza y se desangró.
- ¿Sólo por eso?
- Sí. Pero también por las muchas hambres que había aguantado, la soledad en que vivíamos y también la violencia que se veía en el campo, pues hasta nos quemaron el rancho para que nos fuéramos de allí.
- Realmente triste todo ese comienzo de tu vida.
- Sí. Esas cosas son muy tristes para ponerse uno a recordarlas, por fortuna tengo una memoria tan tenaz que me parece que estuviera viendo todo eso que nos pasó. De modo que por esa razón se murió mi madre, por un embarazo, y… me dejó solo. A eso explico esta soledad que vivo en esta ciudad. No es que no me gusten las fiestas, el jolgorio, andar con los amigos, no. Es que me siento muy solo. Por eso prefiero pasarme todo el día escribiendo, sin molestar a nadie.
- ¿Cómo fueron esos primeros años con la maestra? ¿Cómo era ella? ¿Cómo fue tu relación?
- Mi maestra era como de aire... La enviaban del municipio y debía vivir en la escuela. . Ella no iba a la escuela los lunes porque llovía mucho, pero trabajaba hasta el sábado por la tarde... Yo salía a esperarla todos los Martes a la orilla de un puente y después nos devolvíamos para la escuela recogiendo leña, cantando, que se yo. Yo iba detrás de ella y la miraba como a un ser de otro mundo, tanto, que hasta me parecía que era transparente, tanto así, que cuando ella se bañaba desnuda en la alberca de la escuela, al verme me decía: “Ponme a calentar la leche que tengo frío, gatito”. Y yo iba corriendo a la cocina y ponía a calentar la leche, para que cuando ella saltara de la alberca a su cama, tuviera su vaso de leche calientico.
- ¿E intercambiabas con ella algo de poesía?
- Ella no sabía nada de poesía, pero sabía matemáticas, historia, cosas prácticas también, porque sabía hacer el almuerzo y la comida. Tenía cachumbos en su pelo que era dorado como el trigo y usaba unas faldas largas que le llegaban hasta el calcañal. Sus faldas eran vaporosas y cuando las lavaba, colgaban de la cerca de alambre de púas que colindaba con la escuela. Me quería mucho y en vez de decirme “huerfanito” me decía “gatico”. Y yo aceptaba el oficio de gato, y cuando iba al monte escribía su nombre con candela. Y cuando íbamos todos los muchachos de paseo al río, escribíamos su nombre en el agua. Pero ella no se casó con ninguno de los muchachos de la escuela sino con un señor de bigotes y sombrero alón que un día vino por ella y se la llevó en una carreta tirada por bueyes. Un día la vi hace algunos años. Estaba vieja, pero el timbre de su voz estaba intacto. No tuvo hijos y murió ciega. Fue una relación linda.
- ¿Y cómo recuerdas a tu abuela?
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PARA CONOCERNOS UN POCO
lunes, 20 de septiembre de 2010
Amigos de La Urraka
Sola
He quedado
cercada,
sobre un derretido círculo
de piedra,
con el grifo abierto
de sal
sobre la herida.
.................................
Cristo
Sobre mí inclina su cabeza.
Particularmente
Sobre mí
Como si supiera…
.................................
Anuncio
Hostiles y perfectas
como palabras
con esas miradas
que se quedan perplejas
cuando la muerte
habla.
Escritora y Poeta Liliana Teresa Chávez (Argentina)
He quedado
cercada,
sobre un derretido círculo
de piedra,
con el grifo abierto
de sal
sobre la herida.
.................................
Cristo
Sobre mí inclina su cabeza.
Particularmente
Sobre mí
Como si supiera…
.................................
Anuncio
Hostiles y perfectas
como palabras
con esas miradas
que se quedan perplejas
cuando la muerte
habla.
Escritora y Poeta Liliana Teresa Chávez (Argentina)
Los poetas nos visitan
Propietaria de esta calle
(Aquella lluvia de Lisboa aún moja mi corazón)
Lisboa,
sin ir más lejos se reduce
a una suma de históricas circunstancias.
La noche que consume los faroles
un cigarrillo que empuja mi pie,
enciende los ojos de claveles
y mis deseos de cabalgar sobre tu piel.
Bajo el feudo de la pasión
vestida de fiesta
la alegría se instala en tu cintura
como el lento vaivén de "El Fado"
que sensualiza tu rostro con el beso breve de
la lluvia.
Es cierto que te amo con el mismo enigma
de un secreto
susurrándote un cambio de vestido en mitad
de la vía pública
acariciarte de improviso en la playa de "Cascais".
Heredera de una mirada inventa el amor
un recuerdo que no sabe emigrar hacia el olvido
despeina cada vez que puede la calma que habita
en mi almohada.
Escritor y poeta Pablo Cassi (Chile)
(Aquella lluvia de Lisboa aún moja mi corazón)
Lisboa,
sin ir más lejos se reduce
a una suma de históricas circunstancias.
La noche que consume los faroles
un cigarrillo que empuja mi pie,
enciende los ojos de claveles
y mis deseos de cabalgar sobre tu piel.
Bajo el feudo de la pasión
vestida de fiesta
la alegría se instala en tu cintura
como el lento vaivén de "El Fado"
que sensualiza tu rostro con el beso breve de
la lluvia.
Es cierto que te amo con el mismo enigma
de un secreto
susurrándote un cambio de vestido en mitad
de la vía pública
acariciarte de improviso en la playa de "Cascais".
Heredera de una mirada inventa el amor
un recuerdo que no sabe emigrar hacia el olvido
despeina cada vez que puede la calma que habita
en mi almohada.
Escritor y poeta Pablo Cassi (Chile)
"Lo bueno, si breve..." En La Urraka
HORA DEL TÉ
Ha llegado la hora del té. Cuando me dispongo a disfrutar del primer sorbo, como siempre, suena el teléfono. Sé que es tía Emelina. Me saluda, me pregunta si está llegando tarde. Le respondo que no, que siempre hay tiempo para disfrutar de su compañía, que aún así se apresure.
“Allá voy, hijita, espérame”, me susurra antes de colgar.
Es la fuerza de la costumbre. La pobre tía lleva dos años llamándome para avisar que llegará tarde a la cita. ¿Cuándo se acostumbrará a la idea de que está muerta?
Escritora y poeta Marié Rojas Tamayo (Cuba)
Ha llegado la hora del té. Cuando me dispongo a disfrutar del primer sorbo, como siempre, suena el teléfono. Sé que es tía Emelina. Me saluda, me pregunta si está llegando tarde. Le respondo que no, que siempre hay tiempo para disfrutar de su compañía, que aún así se apresure.
“Allá voy, hijita, espérame”, me susurra antes de colgar.
Es la fuerza de la costumbre. La pobre tía lleva dos años llamándome para avisar que llegará tarde a la cita. ¿Cuándo se acostumbrará a la idea de que está muerta?
Escritora y poeta Marié Rojas Tamayo (Cuba)
En los caminos de La Urraka
Cuando Éramos críos
Aparecía por todos lados
con su abrigo negro de botones,
pidiéndome que no la sujetara
como a una guitarra,
pidiéndome que caminásemos fuera
de nuestro país,
pero yo la dije que no era nuestro sitio.
Se dejaba ver por la noches
cuando jugábamos a las preguntas,
cuando vestía de rojo los atardeceres
y los arrodillados de punta en blanco
se exiliaban de los recuerdos.
Poeta, cantante y guitarrista Pablo Volumen (Madrid, España)
Aparecía por todos lados
con su abrigo negro de botones,
pidiéndome que no la sujetara
como a una guitarra,
pidiéndome que caminásemos fuera
de nuestro país,
pero yo la dije que no era nuestro sitio.
Se dejaba ver por la noches
cuando jugábamos a las preguntas,
cuando vestía de rojo los atardeceres
y los arrodillados de punta en blanco
se exiliaban de los recuerdos.
Poeta, cantante y guitarrista Pablo Volumen (Madrid, España)
El Cuento de La Urraka
El trapecista enamorado
Fue un trapecista de pruebas escalofriantes y triples saltos mortales hacia adelante y hacia atrás. Los espectadores del circo tensionaban sus rostros y un aliviado murmullo recorría desde la parte baja hasta las alturas de la luneta de dos personas por el valor de una boleta cuando terminaba sus vuelos de espantos por los cielos escasos de la carpa de lona oscura que parecía la inmensidad profunda de ese firmamento de estrellas dibujadas.
Siempre dijo que su malla de protección estaba construida con enrejados de fibras duras, las del amor, afirmaba mientras espolvoreaba la tiza sobre sus manos encallecidas antes de cada ejercicio mortal.
La noche de su cita fatal, un presentimiento se le acercó transfigurado en relámpagos instantáneos que desaparecían como malos presagios solo insinuados. Un vacío succionaba su corazón de emociones tranquilas. Subió lentamente por una escalerilla sencilla de sogas trenzadas como si fuera una larga escalera que condujera al infinito. Quedó justo y a punto para comenzar su acto de miedos verdaderos. En el transito del segundo al tercer giro de su primer salto mortal de la noche miró hacia abajo y no vio la malla protectora de enrejados amorosos que siempre protegió su desprecio por los descuidos.
Fue solo entonces, cuando su mente procesó la proximidad de su muerte, que tuvo la certeza de que su mujer lo había abandonado.
Escritor Freddy Goyeneche (Colombia)
Fue un trapecista de pruebas escalofriantes y triples saltos mortales hacia adelante y hacia atrás. Los espectadores del circo tensionaban sus rostros y un aliviado murmullo recorría desde la parte baja hasta las alturas de la luneta de dos personas por el valor de una boleta cuando terminaba sus vuelos de espantos por los cielos escasos de la carpa de lona oscura que parecía la inmensidad profunda de ese firmamento de estrellas dibujadas.
Siempre dijo que su malla de protección estaba construida con enrejados de fibras duras, las del amor, afirmaba mientras espolvoreaba la tiza sobre sus manos encallecidas antes de cada ejercicio mortal.
La noche de su cita fatal, un presentimiento se le acercó transfigurado en relámpagos instantáneos que desaparecían como malos presagios solo insinuados. Un vacío succionaba su corazón de emociones tranquilas. Subió lentamente por una escalerilla sencilla de sogas trenzadas como si fuera una larga escalera que condujera al infinito. Quedó justo y a punto para comenzar su acto de miedos verdaderos. En el transito del segundo al tercer giro de su primer salto mortal de la noche miró hacia abajo y no vio la malla protectora de enrejados amorosos que siempre protegió su desprecio por los descuidos.
Fue solo entonces, cuando su mente procesó la proximidad de su muerte, que tuvo la certeza de que su mujer lo había abandonado.
Escritor Freddy Goyeneche (Colombia)
domingo, 19 de septiembre de 2010
Poemas que llegan a La Urraka
No ser
Ahora sé que todo es verdad
Moriré en una tarde de verano
Y no me salvará ningún verso
Si vuestros corazones permanecen mudos.
Moriré debajo de un plátano entre cuyas hojas
Se marchita una luna menguante
Y de mi sangre quedará una leve lontananza
Y no me salvarán quietas figuras
Que tengan memoria de mi sangre
Y seré nada como ahora
Olvidado en una nube de prácticas
En el cuenco de mi cráneo
Beberán los pájaros mi voz
Y ninguno habrá sabido
Si todo ha sido verdad
(traducción de Silvia Longohni)
Poeta Giancarlo Micheli (Viareggio, Lucca, Italia)
Ahora sé que todo es verdad
Moriré en una tarde de verano
Y no me salvará ningún verso
Si vuestros corazones permanecen mudos.
Moriré debajo de un plátano entre cuyas hojas
Se marchita una luna menguante
Y de mi sangre quedará una leve lontananza
Y no me salvarán quietas figuras
Que tengan memoria de mi sangre
Y seré nada como ahora
Olvidado en una nube de prácticas
En el cuenco de mi cráneo
Beberán los pájaros mi voz
Y ninguno habrá sabido
Si todo ha sido verdad
(traducción de Silvia Longohni)
Poeta Giancarlo Micheli (Viareggio, Lucca, Italia)
viernes, 17 de septiembre de 2010
La Poesía surrealista en La Urraka
Amores Coloridos
"Si después de yo morir quisieran escribir mi biografía, no hay nada más sencillo. Tiene sólo dos fechas, la de mi nacimiento y la de mi muerte. Entre una y otra todos los días son míos." F.P.
Solo tengo la palabra,
una red de mariposas
y
una espalda,
para recostar
la almohada
del espacio…… azul
ligeramente
atigrado
donde guardo las burbujas
y finalmente…… nadar
como un foco
bajo el agua
-brillante-
Es que
todos se fueron danzando:
el azafrán
-centelleante-
el duende
de las esquinas
y el violáceo ámbar
hecho carne.
-porque
todo
gira-
Nada
(des-existe)
Y mi yo……. se estira
de aquí
a la luna
en
un largo
tendedero
donde se cuelgan
los recuerdos
para convertirse
en prismas.
Mi ciudad es un enorme caleidoscopio
donde lo único giratorio
es
la
mente,
el cuerpo espera…. visita
y nadie viene
pero….respira
-colorido-
Ellos me conocen
-tan bien-
que me da hambre
y me comería
-los ojos-
para
volver a verlos
(internamente)
como siempre,
-brillantes-
Escritora y poeta Diana Krauter (Paraguay)
"Si después de yo morir quisieran escribir mi biografía, no hay nada más sencillo. Tiene sólo dos fechas, la de mi nacimiento y la de mi muerte. Entre una y otra todos los días son míos." F.P.
Solo tengo la palabra,
una red de mariposas
y
una espalda,
para recostar
la almohada
del espacio…… azul
ligeramente
atigrado
donde guardo las burbujas
y finalmente…… nadar
como un foco
bajo el agua
-brillante-
Es que
todos se fueron danzando:
el azafrán
-centelleante-
el duende
de las esquinas
y el violáceo ámbar
hecho carne.
-porque
todo
gira-
Nada
(des-existe)
Y mi yo……. se estira
de aquí
a la luna
en
un largo
tendedero
donde se cuelgan
los recuerdos
para convertirse
en prismas.
Mi ciudad es un enorme caleidoscopio
donde lo único giratorio
es
la
mente,
el cuerpo espera…. visita
y nadie viene
pero….respira
-colorido-
Ellos me conocen
-tan bien-
que me da hambre
y me comería
-los ojos-
para
volver a verlos
(internamente)
como siempre,
-brillantes-
Escritora y poeta Diana Krauter (Paraguay)
jueves, 16 de septiembre de 2010
Poesía social en La Urraka
CARIDAD
Llegó
con cierta holgura de alpargatas cansadas.
Su mirada tenía
el vacío color de los perplejos.
Sus manos
se abrían y cerraban
como un latido al borde de la gente
entre la puerta principal y el atrio helado.
su brazo se estiró como una lengua mustia
Salían todos de la misa
y él quedó ahí apagando vaciedades.
Cuando hubieron salido los creyentes
miró al fondo el altar,
temblando un poco
se llevó los dedos a la frente y
despacio
como era su costumbre
susurró las palabras
“En el nombre del padre…”
El sombrero vacío de monedas.
El corazón vacío de amistades.
El estómago seco.
Poeta Susana Mabel Lizzi (Argentina)
Llegó
con cierta holgura de alpargatas cansadas.
Su mirada tenía
el vacío color de los perplejos.
Sus manos
se abrían y cerraban
como un latido al borde de la gente
entre la puerta principal y el atrio helado.
su brazo se estiró como una lengua mustia
Salían todos de la misa
y él quedó ahí apagando vaciedades.
Cuando hubieron salido los creyentes
miró al fondo el altar,
temblando un poco
se llevó los dedos a la frente y
despacio
como era su costumbre
susurró las palabras
“En el nombre del padre…”
El sombrero vacío de monedas.
El corazón vacío de amistades.
El estómago seco.
Poeta Susana Mabel Lizzi (Argentina)
Nuestra América en La Urraka
LITURGÍA DE LAS VOCES DE MI PUEBLO
Cuentan los espíritus a través de los awichos, achachilas y sabios ancianos, de las grandes civilizaciones andinas bolivianas; y en mi memoria llegó la frase que escuché en el templo del saber, en la escuela un maestro Aymara suplicando con humildad pronunció "Khantataita Inti Tata" que significa "Padre sol, hazme amanecer" e inmediatamente en mi mente aparecieron versos, donde expresan la belleza nocturna que develó la profunda añoranza de ver ese otro encanto, también del amanecer en mi alma.
Quizá para algunos sea paradójico, lo que para el mundo andino y su filosofía de vida es el centro de todas sus acciones y pensamientos; esté concentrado en el sol y su máximo exponente la gente, que para ellos fue y seguirá siempre siendo esa luz y estrella eterna.
En el cielo de estrellas de los Aruma Markasata -Voces de mi Pueblo-, junto al sonido y el calor, el canto de libertad es el más bello instrumento su voz y cuando me falte el aliento quiero su dulce palabra de ecología social, nuestra paz expresar por la no violencia en este mundo moderno.
Escritor y poeta Luis Calizaya Arce (Bolivia)
Cuentan los espíritus a través de los awichos, achachilas y sabios ancianos, de las grandes civilizaciones andinas bolivianas; y en mi memoria llegó la frase que escuché en el templo del saber, en la escuela un maestro Aymara suplicando con humildad pronunció "Khantataita Inti Tata" que significa "Padre sol, hazme amanecer" e inmediatamente en mi mente aparecieron versos, donde expresan la belleza nocturna que develó la profunda añoranza de ver ese otro encanto, también del amanecer en mi alma.
Quizá para algunos sea paradójico, lo que para el mundo andino y su filosofía de vida es el centro de todas sus acciones y pensamientos; esté concentrado en el sol y su máximo exponente la gente, que para ellos fue y seguirá siempre siendo esa luz y estrella eterna.
En el cielo de estrellas de los Aruma Markasata -Voces de mi Pueblo-, junto al sonido y el calor, el canto de libertad es el más bello instrumento su voz y cuando me falte el aliento quiero su dulce palabra de ecología social, nuestra paz expresar por la no violencia en este mundo moderno.
Escritor y poeta Luis Calizaya Arce (Bolivia)
miércoles, 15 de septiembre de 2010
El Poder de la Palabra
Lágrimas de Oro
Entre tanto cenizoso destino,
Ruedan las lágrimas
En la angustia de la muerte,
De ese hombre con cabeza de pájaro
El erotismo irradiador de dos soles
Con el diablo asomando en cada esquina
De ese poncho arrastrando a desmedida
Y ese yo ofendido hasta el cansancio
Por el cosmos, la evolución, el inconsciente
O peor por el lenguaje simbólico del aire
Bajo el arresto domiciliario que me aturde
Miro esos árboles de cobre
rojo mostacilla del ropero
sin pronunciar tu nombre
siento que no se mata lo hecho con las manos
el alfarero me interpela desde la caverna
¿Cuánto tiñe el sujeto el objeto que elabora?
La muerte como un origen no resuelto
De este insomnio que no habla,
bestialmente guarnecido por un reborde óseo
Con piernas no netamente levantadas
en adelante estos signos no dejarán de turbarnos
Hay respeto y miedo al enterrarnos
Algo así como mirar con la mitad
De una fuga de varias voces
Habla Polifemo
Allemanda, sarabanda, giga,
gavota y bouré
"tupí o no tupí
esa es la cuestión"
cantanta
que consigne
el tipo de enterramiento
que deseo
Poeta Karina García Albadiz (Chile)
Entre tanto cenizoso destino,
Ruedan las lágrimas
En la angustia de la muerte,
De ese hombre con cabeza de pájaro
El erotismo irradiador de dos soles
Con el diablo asomando en cada esquina
De ese poncho arrastrando a desmedida
Y ese yo ofendido hasta el cansancio
Por el cosmos, la evolución, el inconsciente
O peor por el lenguaje simbólico del aire
Bajo el arresto domiciliario que me aturde
Miro esos árboles de cobre
rojo mostacilla del ropero
sin pronunciar tu nombre
siento que no se mata lo hecho con las manos
el alfarero me interpela desde la caverna
¿Cuánto tiñe el sujeto el objeto que elabora?
La muerte como un origen no resuelto
De este insomnio que no habla,
bestialmente guarnecido por un reborde óseo
Con piernas no netamente levantadas
en adelante estos signos no dejarán de turbarnos
Hay respeto y miedo al enterrarnos
Algo así como mirar con la mitad
De una fuga de varias voces
Habla Polifemo
Allemanda, sarabanda, giga,
gavota y bouré
"tupí o no tupí
esa es la cuestión"
cantanta
que consigne
el tipo de enterramiento
que deseo
Poeta Karina García Albadiz (Chile)
URRAKACUENTO
Noche de terror en el Castillo de San Felipe
Por Antonio Prada Fortul
El Barrio Espinal en Cartagena de Indias, es uno de los más antiguos de esa ciudad, Se conoce como “Pié del Cerro” por su ubicación frente al castillo de San Felipe de Barajas. El barrio en ese entonces, carecía de alcantarillado, las lluvias formaban grandes charcos en las calles que los soles del Caribe cartagenero evaporaban. Las casas estaban construidas en madera machihembrada con fachadas multicolores y patios llenos de frutales, donde se reunía la familia los domingos después de misa.
En una de esas casonas vivía Julián Caicedo. Tenía diez y siete años, su vida transcurría entre el colegio, la pesca en precarios botes para capturar pargos, mojarras, juréles y jugar béisbol en el Playón.
Esa noche iba a salir con su novia, para el castillo y meterse en uno de los túneles, como lo hacían habitualmente. Después de comer, se dirigió a la esquina a esperar a Raquel.
Al llegar esta, Julián agarra amorosamente su mano mientras se dirigen al interior del Castillo.
Arriba en la bóveda celeste, la luna llena de un color amarilloso, indicaba que Ochún, el Orisha del amor y la sensualidad, reinaba esa cálida noche.
Ese recorrido lo habían realizado muchas veces durante el noviazgo. Con la confianza de siempre, se dirigen a uno de los túneles ubicados al final de la segunda rampa. Siempre iban al mismo lugar por lo cómodo y espacioso de esa garita donde solían amarse. Cuando estaban en lo más fogoso...
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Por Antonio Prada Fortul
El Barrio Espinal en Cartagena de Indias, es uno de los más antiguos de esa ciudad, Se conoce como “Pié del Cerro” por su ubicación frente al castillo de San Felipe de Barajas. El barrio en ese entonces, carecía de alcantarillado, las lluvias formaban grandes charcos en las calles que los soles del Caribe cartagenero evaporaban. Las casas estaban construidas en madera machihembrada con fachadas multicolores y patios llenos de frutales, donde se reunía la familia los domingos después de misa.
En una de esas casonas vivía Julián Caicedo. Tenía diez y siete años, su vida transcurría entre el colegio, la pesca en precarios botes para capturar pargos, mojarras, juréles y jugar béisbol en el Playón.
Esa noche iba a salir con su novia, para el castillo y meterse en uno de los túneles, como lo hacían habitualmente. Después de comer, se dirigió a la esquina a esperar a Raquel.
Al llegar esta, Julián agarra amorosamente su mano mientras se dirigen al interior del Castillo.
Arriba en la bóveda celeste, la luna llena de un color amarilloso, indicaba que Ochún, el Orisha del amor y la sensualidad, reinaba esa cálida noche.
Ese recorrido lo habían realizado muchas veces durante el noviazgo. Con la confianza de siempre, se dirigen a uno de los túneles ubicados al final de la segunda rampa. Siempre iban al mismo lugar por lo cómodo y espacioso de esa garita donde solían amarse. Cuando estaban en lo más fogoso...
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El Soneto en La Urraka
SIEMPRE LOS NIÑOS
Niños del terremoto revientan inconscientes,
saben de risas blancas, no de dolor y llanto;
gritos de los escombros, madres de desencanto
que desangran horrores y esperanzas pacientes;
y vendrán los cometas en corceles ardientes,
llenos de rabias rojas, blandiendo ayes de espanto
por la mujer que llora jirones de quebranto
en negra adversidad y usuras de pudientes.
¡Humanidad doliente, codicias de mezquinos!
Jerarcas y santones, por ganancias malsanas,
trafican con el mal, y venden la vileza.
¡Hados de mala suerte, dioses de agrios destinos!
Desastres naturales, ignominias humanas
se llevan a los niños y roban su nobleza.
Escritor y poeta Camilo Valverde (España)
Niños del terremoto revientan inconscientes,
saben de risas blancas, no de dolor y llanto;
gritos de los escombros, madres de desencanto
que desangran horrores y esperanzas pacientes;
y vendrán los cometas en corceles ardientes,
llenos de rabias rojas, blandiendo ayes de espanto
por la mujer que llora jirones de quebranto
en negra adversidad y usuras de pudientes.
¡Humanidad doliente, codicias de mezquinos!
Jerarcas y santones, por ganancias malsanas,
trafican con el mal, y venden la vileza.
¡Hados de mala suerte, dioses de agrios destinos!
Desastres naturales, ignominias humanas
se llevan a los niños y roban su nobleza.
Escritor y poeta Camilo Valverde (España)
La poesía que todo lo ve.
DE LA NOCHE AL OLVIDO
Mis padres vienen eternamente del rocío
su lento caminar por el camino real
es ya nostalgia
sus voces el tiempo
las fue apagando en los conucos
la lluvia se llevó todo lo hermoso
más allá de la primavera
la ciudad ahogó sus sueños
y en el espejo
ese esqueleto que fosforece se parece tanto a mí
que tengo miedo de mirar hacia atrás
y ver agonizar en los cubículos del hambre
a ese niño que en su mirada lleva mi nombre
y en su frente tatuada una luna de sal
detrás de la alambrada
un lirio de sangre ilumina la noche
y por el camino real
mis padres siguen su lento caminar
de la nostalgia al olvido
Poeta Domingo Acevedo (República Dominicana)
Mis padres vienen eternamente del rocío
su lento caminar por el camino real
es ya nostalgia
sus voces el tiempo
las fue apagando en los conucos
la lluvia se llevó todo lo hermoso
más allá de la primavera
la ciudad ahogó sus sueños
y en el espejo
ese esqueleto que fosforece se parece tanto a mí
que tengo miedo de mirar hacia atrás
y ver agonizar en los cubículos del hambre
a ese niño que en su mirada lleva mi nombre
y en su frente tatuada una luna de sal
detrás de la alambrada
un lirio de sangre ilumina la noche
y por el camino real
mis padres siguen su lento caminar
de la nostalgia al olvido
Poeta Domingo Acevedo (República Dominicana)
Etiquetas:
Rep. Dominicana
Poesía, el rayo que no cesa en La Urraka.
HE AQUI TU ESPALDA
He aquí tu espalda, paisaje carnal,
país de blanduras, extensión
de mi vertigo.
Atajo sublime donde acaban
atavismos y fracturas.
He aquí tu espalda, rumbo irresistible,
como una joven paloma que se recuesta
sobre el idioma para sostener
las noches de la Tribu, para invocar
el “Alfa y Omega” de un mundo
que duerme en su cicatriz.
Adorable espalda, tibio solar de mi infancia,
te extiendes como blando fruto
de somnolencias, como un ángel inolvidable
que me obliga entre el asedio
y la ocupación.
Escritor y poeta Omar Alberto Santos Balán
(Colonia San Joaquin. Campeche, México)
He aquí tu espalda, paisaje carnal,
país de blanduras, extensión
de mi vertigo.
Atajo sublime donde acaban
atavismos y fracturas.
He aquí tu espalda, rumbo irresistible,
como una joven paloma que se recuesta
sobre el idioma para sostener
las noches de la Tribu, para invocar
el “Alfa y Omega” de un mundo
que duerme en su cicatriz.
Adorable espalda, tibio solar de mi infancia,
te extiendes como blando fruto
de somnolencias, como un ángel inolvidable
que me obliga entre el asedio
y la ocupación.
Escritor y poeta Omar Alberto Santos Balán
(Colonia San Joaquin. Campeche, México)
martes, 14 de septiembre de 2010
El Álbum de La Urraka
Escritor invitado en La Urraka
Biografía
Con el lápiz del trompo
Con el lápiz del trompo
el niño escribe sobre el polvo
la historia de su vida.
................................
Lejanía
En un cuarto apestoso
En un cuarto apestoso
El viejo esparce la baraja
Y a través del humo
Me señala tu imagen
Junto a un hombre
Que no soy yo.
...................................
Pobre de ti
Toda la noche me lames
Toda la noche me lames
Una herida
Que no existe.
Escritor y poeta Triunfo Arciniegas (Colombia)
La Lírica en La Urraka
Los pájaros
Escribo.
Las teclas parecen un piano.
Los pájaros se posan en mi patio
y la melodía de los mismos,
me acompaña.
Hacía mucho tiempo
que no venían,
siento que esta visita
es un presagio de esperanza,
de sueños
primavera anticipada.
El cielo está claro,
luego de un ayer de lluvia.
Humea la torta de vainilla
para compartir en el programa.
Se mezclan los aromas,
la cáscara de naranja
en otro fuego, perfuma la casa.
Vuelven ellos
a cantar en mi patio.
siento que me hablan
los distingo desde mi ventana.
Sigo en mi máquina,
describo este momento
de esta tarde de invierno,
donde explayo mi sentir
junto a los pájaros.
Poeta Nerina Thomas (Rosario, Santa Fe, Argentina)
Escribo.
Las teclas parecen un piano.
Los pájaros se posan en mi patio
y la melodía de los mismos,
me acompaña.
Hacía mucho tiempo
que no venían,
siento que esta visita
es un presagio de esperanza,
de sueños
primavera anticipada.
El cielo está claro,
luego de un ayer de lluvia.
Humea la torta de vainilla
para compartir en el programa.
Se mezclan los aromas,
la cáscara de naranja
en otro fuego, perfuma la casa.
Vuelven ellos
a cantar en mi patio.
siento que me hablan
los distingo desde mi ventana.
Sigo en mi máquina,
describo este momento
de esta tarde de invierno,
donde explayo mi sentir
junto a los pájaros.
Poeta Nerina Thomas (Rosario, Santa Fe, Argentina)
Poesía que cruza fronteras
NO MIRAR ATRÁS
Abrí brecha, abrid brecha
sin piedad ni cansancio.
Abrid brecha
al inicio parecerá locura
y algunas veces
tendrás tu encontrón
con el oprobio y la soledad.
Abrid brecha
lo importante es
caminar...
caminar...
y caminar
sin mirar atrás.
El hombre que no tiene metas
es como la hoja del campo:
el viento...
lo arroja...
lo arrastra...
por cualquier lugar.
Busca en lo alto
tu ideal, ése es el camino
y cual águila
te elevarás,
alcanzarás
lo deseado
pero nunca
nunca vuelvas
a mirar atrás.
Poeta Carlos Turrín Villanueva (Perú)
Abrí brecha, abrid brecha
sin piedad ni cansancio.
Abrid brecha
al inicio parecerá locura
y algunas veces
tendrás tu encontrón
con el oprobio y la soledad.
Abrid brecha
lo importante es
caminar...
caminar...
y caminar
sin mirar atrás.
El hombre que no tiene metas
es como la hoja del campo:
el viento...
lo arroja...
lo arrastra...
por cualquier lugar.
Busca en lo alto
tu ideal, ése es el camino
y cual águila
te elevarás,
alcanzarás
lo deseado
pero nunca
nunca vuelvas
a mirar atrás.
Poeta Carlos Turrín Villanueva (Perú)
Échale el cuento a La Urraka
Buceo literario
Estábamos todos en silencio, yo, miraba la copa de grapamiel… y me recordaba el frío que hacía afuera, vos, tenías la vista perdida en mis ojos, dulces de licor, y sentados a una mesa, tres niños pequeños devoraban muzarellas… haciendo uso de sus manos, enchastrándose el pantalón, limpiándose la boca con sus mangas y chupándose los dedos, mientras sus padres discutían afuera. En ese momento entró ella al bar. Traía consigo una cartuchera de lata, con muchos lápices de colores y varios papelitos sueltos; pasó con toda su adolescencia junto a nosotros; yo levanté la vista, vos te prendiste un cigarro; me llamó la atención esa flor roja, que le prendía en el pelo a la altura de la sien y la seguí con la mirada, vi cuando se sentó a una mesa, aislada, abrió su latita, y comenzaron a salir palabras; yo apuré el trago, vos fumabas, y los niños seguían a sus anchas cuando le hice la seña al mozo, pa´ que me traiga otra grapa:
-¿Por qué camina usted así? –Le preguntaste
-Para no pisarlas –respondió el mozo encogiéndose de hombros, y recién ahí notamos, que había palabras regadas por todo el suelo, hasta la altura del tobillo; observé a los padres, que seguían discutiendo afuera, mientras los niños chapoteaban en un mar de letras; tú apagaste el cigarro, yo me agache para tocar el agua… y allí viste por encima de mi hombro, como emanaban las palabras, se escurrían por la mesa de la muchacha… y las teníamos por la cintura cuando me terminé la grapa; los padres, entraron con las palabras por el pecho, las iban apartando con sus manos y braceando al avanzar, llegaron donde los niños; pasó una muzarella flotando; jugaban una guerrilla de agua locos de la vida, pero a vos te molestó, porque ya no podías fumar, claro, a esa altura los dos flotábamos, si yo, para terminarme la grapa, tuve que bucear; el trago se me había quedado abajo y lo saqué a flote mientras que el mozo, arrodillado sobre la más alta estantería, de cara contra el techo se niega a traerme la cuenta, insiste en que no las quiere pisar… y ella cierra su latita, todos caemos, dejamos de flotar, la poetisa se retira, se despalabró el bar.
Escritor Daniel Campodónico Fraccaroli. (Montevideo, Uruguay)
Estábamos todos en silencio, yo, miraba la copa de grapamiel… y me recordaba el frío que hacía afuera, vos, tenías la vista perdida en mis ojos, dulces de licor, y sentados a una mesa, tres niños pequeños devoraban muzarellas… haciendo uso de sus manos, enchastrándose el pantalón, limpiándose la boca con sus mangas y chupándose los dedos, mientras sus padres discutían afuera. En ese momento entró ella al bar. Traía consigo una cartuchera de lata, con muchos lápices de colores y varios papelitos sueltos; pasó con toda su adolescencia junto a nosotros; yo levanté la vista, vos te prendiste un cigarro; me llamó la atención esa flor roja, que le prendía en el pelo a la altura de la sien y la seguí con la mirada, vi cuando se sentó a una mesa, aislada, abrió su latita, y comenzaron a salir palabras; yo apuré el trago, vos fumabas, y los niños seguían a sus anchas cuando le hice la seña al mozo, pa´ que me traiga otra grapa:
-¿Por qué camina usted así? –Le preguntaste
-Para no pisarlas –respondió el mozo encogiéndose de hombros, y recién ahí notamos, que había palabras regadas por todo el suelo, hasta la altura del tobillo; observé a los padres, que seguían discutiendo afuera, mientras los niños chapoteaban en un mar de letras; tú apagaste el cigarro, yo me agache para tocar el agua… y allí viste por encima de mi hombro, como emanaban las palabras, se escurrían por la mesa de la muchacha… y las teníamos por la cintura cuando me terminé la grapa; los padres, entraron con las palabras por el pecho, las iban apartando con sus manos y braceando al avanzar, llegaron donde los niños; pasó una muzarella flotando; jugaban una guerrilla de agua locos de la vida, pero a vos te molestó, porque ya no podías fumar, claro, a esa altura los dos flotábamos, si yo, para terminarme la grapa, tuve que bucear; el trago se me había quedado abajo y lo saqué a flote mientras que el mozo, arrodillado sobre la más alta estantería, de cara contra el techo se niega a traerme la cuenta, insiste en que no las quiere pisar… y ella cierra su latita, todos caemos, dejamos de flotar, la poetisa se retira, se despalabró el bar.
Escritor Daniel Campodónico Fraccaroli. (Montevideo, Uruguay)
Anécdotas de los escritores
Cuentan que Honoré Balzac comenzaba a escribir a las doce de la noche, cuando un criado le despertaba de su descanso que había comenzado a las seis de la tarde. Se vestía con una lujosa túnica blanca y comenzaba a trabajar, escribiendo ininterrumpidamente entre doce y dieciocho horas. Eso si, al parecer esto era posible porque bebía grandes cantidades de café, ya que siempre tenía a su lado una cafetera de porcelana que sus criados se encargaban de tener siempre llena.
Según el propio Balzac el café no solo le mantenía despierto sino que además y en su opinión era su fuente de inspiración. Así no nos extraña que fuera capaz de escribir 85 novelas en poco menos de diez años, aunque no pudo concluir su ambicioso proyecto La comedia humana, título que adoptó en 1841 para la publicación global de su obra que debía estar compuesta de 137 novelas.
Tomado de Portal Solidario
domingo, 12 de septiembre de 2010
Contra toda evidencia, la poesía siempre.
CONFESIÓN
Perdóname si mis palabras te recuerdan
una tormenta sin rostro
que iza el pañuelo hundido
sobre el umbral tibio de tus profundidades
perdóname cuando retorne a las sombras
descubierto por el silencio de tu puño.
Por eso perdona
este cielo de vaivenes en que hoy me encuentro
así como una cicatriz envejece
tus tardes de lentos calipsos.
No es fácil vestirme entre las ánimas
para tomar tus trenzas de miel
con mi lengua en delirio
no es fácil
no es fácil pararse de frente
cara a cara con el ciruelo de Septiembre
y confesarle cómo estremece mi sangre mayúscula
desfilo de rodillas
entre acequias planetarias.
Perdóname entonces
para que los espejos retornen y me llamen hijo
y ondular en tus pómulos
esos viejos secretos que guardo bajo el brazo
para que me publiques otra vez en tus labios.
Perdóname si mis palabras te recuerdan
una tormenta sin rostro
que iza el pañuelo hundido
sobre el umbral tibio de tus profundidades
perdóname cuando retorne a las sombras
descubierto por el silencio de tu puño.
Por eso perdona
este cielo de vaivenes en que hoy me encuentro
así como una cicatriz envejece
tus tardes de lentos calipsos.
No es fácil vestirme entre las ánimas
para tomar tus trenzas de miel
con mi lengua en delirio
no es fácil
no es fácil pararse de frente
cara a cara con el ciruelo de Septiembre
y confesarle cómo estremece mi sangre mayúscula
desfilo de rodillas
entre acequias planetarias.
Perdóname entonces
para que los espejos retornen y me llamen hijo
y ondular en tus pómulos
esos viejos secretos que guardo bajo el brazo
para que me publiques otra vez en tus labios.
Poeta René Silva Catalán (Chile)
Lo que nos trae La Urraka
Los microrrelatos pueden ser adictivos
Por Melanie Taylor Herrera
Escritora y poeta panameña
Blog: Cuentos al garete
Podemos considerar al microrrelato como el género literario del siglo XXI. En esta era posmoderna y de paso podemos decir que la posmodernidad “sustituye a la cultura por la multicultura, a la universalidad y el monosentido por la pluralidad y el multisentido” (Ledo, 2004), el microrrelato deviene en guiño o carcajada e incluso puntapié a la modernidad y a todo lo que le antecede.
El microrrelato es un escrito sumamente breve e increíblemente contundente que causa sorpresa en un lector que ya lo ha visto todo en el cine, el internet y la televisión. El microrrelato cabe en un correo electrónico, en la entrada de un blog, como mensaje de texto en un celular e incluso en twitter. Es tan corta su extensión que su lectura en la pantalla de la computadora no produce el cansancio visual de textos más largos.
Somos una sociedad primordialmente visual, ampliamente conectada, consumista y de economía global, pero aún así el mercado del libro o el negocio de vender libros no resulta fácil. Al parecer el trabajo, las obligaciones sociales y familiares impiden que el ciudadano promedio dedique muchas horas a la lectura. He aquí una de las bondades del microrrelato, requiere a lo sumo 3 o 4 minutos. Aunque no nos engañemos, la ficción brevísima aparenta ser fugaz y digo aparenta porque su digestión toma tiempo, es un platillo que una vez degustado se rememora largamente. Sus múltiples significados son como las notas de un perfume, hay que tener buen olfato para detectarlos. A los minitextos hay que leerlos de a poco, uno o dos a lo sumo, identificar qué juego nos propone el escritor, qué mensajes ocultos ha dejado en una trama de apariencia inocente.
Por algo Ana María Shua, prolija y conocida escritora argentina de microrrelatos, los compara con una caja de bombones y recomienda que así como una no se come una caja de bombones de un tirón, tampoco debe leerse muchas minificciones de seguido. Y Shua sabe de qué habla pues ha publicado recientemente un libro llamado Cazadores de letras donde reúne su producción de microrrelatos sumando la nada despreciable cantidad de ¡900 páginas!
Lauro Zavala es un catedrático mexicano quien ha dedicado largas horas al estudio de un fenómeno tan breve. Él denomina a los cuentos de hasta 200 palabras, ultracortos. Pues sí, el microrrelato recibe varios nombres: minitextos, hiperbreves, brevísimos, ficción mínima. Inclusive hay quienes proponen el nanorrelato, contar algo si acaso con diez palabras.
El microrrelato tiene gran auge en España y Argentina, países donde se celebran numerosos concursos de textos brevísimos y se encuentran blogs y páginas webs dedicadas al género. Los concursos de microrrelatos son particularmente atractivos porque sólo requieren enviar un texto de aproximadamente diez líneas o menos por correo electrónico. Los hay de tema libre y otros proponen temas específicos, palabras o géneros, porque el microrrelato puede ser lírico, poético, de terror, de ciencia ficción, fantástico,hilarante e incluso, chocante. Los sitios de Internet, Stardust y Letralia, anuncian las bases de muchos de estos concursos los cuales tienen con frecuencia premios en efectivo para el ganador.
El microrrelato además de explorar las formas narrativas, es decir le permite al escritor experimentar con maneras originales de contar la historia, también toma prestado de otros géneros, de la tradición literaria y filosófica. Requiere de un lector avispado con cultura general. El texto brevísimo es lúdico, adoptando con frecuencia un tono juguetón, sarcástico, irónico, rítmico e hiperbólico.
Me gustaría ilustrar lo que he explicado hasta ahora con un microrrelato de mi autoría. Y, ¿por qué no?, le tomará poco tiempo leerlo, mi estimado lector.
Control remoto
Cansado de cambiar canales, empezó a observar su vida. Miró a su mujer; notó finas líneas alrededor de sus ojos y presintió que también él tenía arrugas que hacían su debut. Escuchó a sus hijos sin entender de qué hablaban, asumió que era una lengua extranjera o al menos un dialecto hecho con neologismos. Se prometió comprar un diccionario. Buscó al perro y éste ya no estaba. Ahora había un gato que se complacía en enterrar sus uñas afiladas en su sofá. Encendió la tele otra vez.
Sólo me resta invitarles a leer un microrrelato al día. Puede encontrar verdaderas joyas en sitios como minificciones.com.ar , pompasdepapel.com , minitextos.org . También recomiendo leer a Augusto Monterroso, escritor guatemalteco, reconocido como uno de los grandes maestros del género. Ah, y si se vuelve adicto a los brevísimos... ¡recuerde que se lo advertí!
Por Melanie Taylor Herrera
Escritora y poeta panameña
Blog: Cuentos al garete
Podemos considerar al microrrelato como el género literario del siglo XXI. En esta era posmoderna y de paso podemos decir que la posmodernidad “sustituye a la cultura por la multicultura, a la universalidad y el monosentido por la pluralidad y el multisentido” (Ledo, 2004), el microrrelato deviene en guiño o carcajada e incluso puntapié a la modernidad y a todo lo que le antecede.
El microrrelato es un escrito sumamente breve e increíblemente contundente que causa sorpresa en un lector que ya lo ha visto todo en el cine, el internet y la televisión. El microrrelato cabe en un correo electrónico, en la entrada de un blog, como mensaje de texto en un celular e incluso en twitter. Es tan corta su extensión que su lectura en la pantalla de la computadora no produce el cansancio visual de textos más largos.
Somos una sociedad primordialmente visual, ampliamente conectada, consumista y de economía global, pero aún así el mercado del libro o el negocio de vender libros no resulta fácil. Al parecer el trabajo, las obligaciones sociales y familiares impiden que el ciudadano promedio dedique muchas horas a la lectura. He aquí una de las bondades del microrrelato, requiere a lo sumo 3 o 4 minutos. Aunque no nos engañemos, la ficción brevísima aparenta ser fugaz y digo aparenta porque su digestión toma tiempo, es un platillo que una vez degustado se rememora largamente. Sus múltiples significados son como las notas de un perfume, hay que tener buen olfato para detectarlos. A los minitextos hay que leerlos de a poco, uno o dos a lo sumo, identificar qué juego nos propone el escritor, qué mensajes ocultos ha dejado en una trama de apariencia inocente.
Por algo Ana María Shua, prolija y conocida escritora argentina de microrrelatos, los compara con una caja de bombones y recomienda que así como una no se come una caja de bombones de un tirón, tampoco debe leerse muchas minificciones de seguido. Y Shua sabe de qué habla pues ha publicado recientemente un libro llamado Cazadores de letras donde reúne su producción de microrrelatos sumando la nada despreciable cantidad de ¡900 páginas!
Lauro Zavala es un catedrático mexicano quien ha dedicado largas horas al estudio de un fenómeno tan breve. Él denomina a los cuentos de hasta 200 palabras, ultracortos. Pues sí, el microrrelato recibe varios nombres: minitextos, hiperbreves, brevísimos, ficción mínima. Inclusive hay quienes proponen el nanorrelato, contar algo si acaso con diez palabras.
El microrrelato tiene gran auge en España y Argentina, países donde se celebran numerosos concursos de textos brevísimos y se encuentran blogs y páginas webs dedicadas al género. Los concursos de microrrelatos son particularmente atractivos porque sólo requieren enviar un texto de aproximadamente diez líneas o menos por correo electrónico. Los hay de tema libre y otros proponen temas específicos, palabras o géneros, porque el microrrelato puede ser lírico, poético, de terror, de ciencia ficción, fantástico,hilarante e incluso, chocante. Los sitios de Internet, Stardust y Letralia, anuncian las bases de muchos de estos concursos los cuales tienen con frecuencia premios en efectivo para el ganador.
El microrrelato además de explorar las formas narrativas, es decir le permite al escritor experimentar con maneras originales de contar la historia, también toma prestado de otros géneros, de la tradición literaria y filosófica. Requiere de un lector avispado con cultura general. El texto brevísimo es lúdico, adoptando con frecuencia un tono juguetón, sarcástico, irónico, rítmico e hiperbólico.
Me gustaría ilustrar lo que he explicado hasta ahora con un microrrelato de mi autoría. Y, ¿por qué no?, le tomará poco tiempo leerlo, mi estimado lector.
Control remoto
Cansado de cambiar canales, empezó a observar su vida. Miró a su mujer; notó finas líneas alrededor de sus ojos y presintió que también él tenía arrugas que hacían su debut. Escuchó a sus hijos sin entender de qué hablaban, asumió que era una lengua extranjera o al menos un dialecto hecho con neologismos. Se prometió comprar un diccionario. Buscó al perro y éste ya no estaba. Ahora había un gato que se complacía en enterrar sus uñas afiladas en su sofá. Encendió la tele otra vez.
Sólo me resta invitarles a leer un microrrelato al día. Puede encontrar verdaderas joyas en sitios como minificciones.com.ar , pompasdepapel.com , minitextos.org . También recomiendo leer a Augusto Monterroso, escritor guatemalteco, reconocido como uno de los grandes maestros del género. Ah, y si se vuelve adicto a los brevísimos... ¡recuerde que se lo advertí!
viernes, 10 de septiembre de 2010
Las Poetas en La Urraka
ABUELA NEGRA
Mamángel es la única abuela que me regaló la vida y Cuba.
Mamángel es una negrita delgadísima
que ríe como yo
con las entrañas.
Mamángel juega dominó con su banda
y sus carcajadas caen verdes, colgantes desde su balcón de San Pedrito.
Sus hijos, como es natural, son músicos.
El bebé Emmanuel es su nieto, un mulatico que pesa más que ella
y al que arrullé una tarde con canciones mexicanas.
Yo, abuela negra, tal vez no te vuelva a ver,
pero ahora sé, que no me enamoré de aquella arenilla que viste
me cayó en los ojos, sino que vivo enamorada de toda esa playa
llamada Cuba.
Cuba en México es un brindis
por eso yo desde niña, abuela negra, aprendí a levantar
el puño...festiva
Poeta y Artista Lucero Balcázar (México)
Mamángel es la única abuela que me regaló la vida y Cuba.
Mamángel es una negrita delgadísima
que ríe como yo
con las entrañas.
Mamángel juega dominó con su banda
y sus carcajadas caen verdes, colgantes desde su balcón de San Pedrito.
Sus hijos, como es natural, son músicos.
El bebé Emmanuel es su nieto, un mulatico que pesa más que ella
y al que arrullé una tarde con canciones mexicanas.
Yo, abuela negra, tal vez no te vuelva a ver,
pero ahora sé, que no me enamoré de aquella arenilla que viste
me cayó en los ojos, sino que vivo enamorada de toda esa playa
llamada Cuba.
Cuba en México es un brindis
por eso yo desde niña, abuela negra, aprendí a levantar
el puño...festiva
Poeta y Artista Lucero Balcázar (México)
La mujer, ése infinito, en La Urraka
Duelen más las palabras
Es la esquela de la ilusión
la que arde ya pasada la tormenta
duelen los recuerdos ingratos,
agudos duelen hasta el abismo
con su aguijón de luna
ante mí, indefensa lluvia desolada
que añora ingenua el embrujo
del gerundio descarado que envuelven la ironía y el sarcasmo
palabras burdas, negras como el petróleo codiciado
prenden lumbre en la hoguera añeja de mis sentimientos
malheridos
duelen, ¡cómo duelen los delirios sin sentido!
que asoman su rostro turbio
al proceso en cura del espejo fantasmal.
Poeta Nahiara Morán (Guayaquil, Ecuador)
El Ensayo en La Urraka
MUCHA POESÍA Y POCOS POETAS,
EN EL BICENTENARIO DE LA INDEPENDENCIA.
Por Germán López Velásquez*
La historia de Colombia es la historia de una fantasía. Seguimos levitando; con los pies por encima de la tierra. Nuestro nivel de locura se aproxima a la catalepsia, es decir, a la inmovilidad total, a la extinción del alma nacional. Sin alma no hay movimiento, por supuesto. Nuestra nación sigue postrada, alienada, paralizada. Es una tragedia porque nos acercamos a los doscientos años de la llamada independencia de España, que realmente medio se concretó en 1819 con las batallas del Pantano de Vargas y del Puente de Boyacá. No es verdad que nos hayamos independizado el 20 de julio de 1810, es un decir de historiadores de enseñanza primaria. Si nuestra independencia se hubiera sellado en esa fecha, no tendría razón de ser la gesta libertadora de Simón Bolívar, que seguía sin concretarse en 1830, el año de su solitaria y prematura muerte y que empezó, precisamente, después de 1810. El grito de independencia de los terratenientes, comerciantes, intelectuales y juristas del 20 de julio, los criollos ricos, que querían el poder para ellos en la Nueva Granada, no es más que el comienzo de una encarnizada lucha de clases. Y el pueblo, como siempre, utilizado y acribillado por la revolución contra España. Vale la pena rendirle tributo, reconocimiento sincero, abrazo fraternal, a los soldados de esa época, a los que se alistaron dando cumplimiento al Acta de Independencia para proteger a Bogotá de una arremetida española. También a los que acompañaron a Bolívar y a todo su enjambre libertador. Sin duda, verdaderos colombianos. Esos ejércitos populares, revolucionarios, renunciados a la vida total de sacar a España de nuestros territorios, merecen todos los monumentos públicos. Si imagináramos siquiera por un momento, el cruce a caballo desde Bogotá hasta Quito, en la llamada Campaña del Sur, comandada por Bolívar, entenderíamos el sacrificio. Ahora hay grandes autopistas, vehículos raudos, restaurantes en las vías, hoteles lujosos donde se suspende la travesía, armas de largo alcance, aviación militar, artillería moderna, trajes contra el frío, medicinas, termos y alta tecnología en los teatros de operaciones militares. Las bombas lanzadas del cielo son de al menos 500 libras de pólvora. Un estallido verdaderamente universal. En esa época, la faena tenía otro precio. Era el verdadero compromiso, la entrega .....
*Abogado, escritor y periodista colombiano. Autor de los libros Violaciones, Muera El Quijote, Con Aurora en la Habana y Delirios de la Literatura Colombiana, Es fundador y director de la Revista MEFISTO de Arte, Literatura y Medio Ambiente, hace 25 años.
miércoles, 8 de septiembre de 2010
El erotismo en La Urraka
MENAGE A T...
Justine se come la verga de Paul.
Morena, lleva la marca del sol
en los pezones, y en el caracol.
Justine recibe la verga de Etienne
en..."¡animal!" y “¡cabrón!” y... “¡qué bien!...”.
La cama es mar de saliva y semén.
Justine, la diva lasciva de Paul.
Justine, la perra sumisa de Etienne.
Poeta Isidro Iturat Hernández (España, reside en Sao Paulo, Brasil)
Justine se come la verga de Paul.
Morena, lleva la marca del sol
en los pezones, y en el caracol.
Justine recibe la verga de Etienne
en..."¡animal!" y “¡cabrón!” y... “¡qué bien!...”.
La cama es mar de saliva y semén.
Justine, la diva lasciva de Paul.
Justine, la perra sumisa de Etienne.
Poeta Isidro Iturat Hernández (España, reside en Sao Paulo, Brasil)
Los poetas en La Urraka
DE MÍ
Tengo,
la angustia de lo que quise
y no fue.
La intangible brevedad
de un cuento que ni imaginé.
Tengo,
los cuchillos de la memoria,
que hacen tajos en mi sien.
Y ciertos puentes frágiles
entre mis ojos y una brújula.
Tengo,
el silencio de la palabra,
la torpeza de algún sueño
y algunas esquirlas de sol
que regeneran el alma.
Tengo,
la vida, la ancestral rebeldía,
contra la impune muerte.
Y unas lágrimas de cera
para el dolor del tiempo.
Tengo,
las ausencias de caricias,
de algún error, las delicias
y el mármol frío de unos labios,
por los besos que nadie dio.
Tengo,
un futuro como el horizonte,
que acuna al día en cada ocaso
y ríos hostiles de madrugadas
que socavan cada mañana.
Tengo,
para que se sepa, primero la soledad,
el amor que nadie me reclama.
Y cuando todo estalle y se ilumine,
será distinto,
veré otro mundo, desde este mismo mundo.
Poeta ALBERTO FEDERICO CORDOBA BASUALDO. (Argentina)
Tengo,
la angustia de lo que quise
y no fue.
La intangible brevedad
de un cuento que ni imaginé.
Tengo,
los cuchillos de la memoria,
que hacen tajos en mi sien.
Y ciertos puentes frágiles
entre mis ojos y una brújula.
Tengo,
el silencio de la palabra,
la torpeza de algún sueño
y algunas esquirlas de sol
que regeneran el alma.
Tengo,
la vida, la ancestral rebeldía,
contra la impune muerte.
Y unas lágrimas de cera
para el dolor del tiempo.
Tengo,
las ausencias de caricias,
de algún error, las delicias
y el mármol frío de unos labios,
por los besos que nadie dio.
Tengo,
un futuro como el horizonte,
que acuna al día en cada ocaso
y ríos hostiles de madrugadas
que socavan cada mañana.
Tengo,
para que se sepa, primero la soledad,
el amor que nadie me reclama.
Y cuando todo estalle y se ilumine,
será distinto,
veré otro mundo, desde este mismo mundo.
Poeta ALBERTO FEDERICO CORDOBA BASUALDO. (Argentina)
La gran Poesía
LAMENTACIÓN DEL SIN TECHO
Perdona, amigo, no quise molestarte
Pero volví de Vietnam
Donde maté a un montón de caballeros vietnamitas
Algunas damas también
Y no pude soportar el dolor
Y de miedo cogí un hábito
Y pasé por la rehaz y estoy limpio
Pero no tengo lugar donde dormir
Y no sé qué hacer
Conmigo ahora mismo
Lo siento, amigo, no quise molestarte
Pero hace frío en la calle
Y mi corazón está enfermo solo
Y estoy limpio, pero mi vida es un desastre
Tercera Avenida
Y calle E. Houston
En el paso peatonal bajo el semáforo en rojo
Limpio tu parabrisas con un trapo sucio.
Poeta Allen Ginsberg (EstadosUnidos)
Perdona, amigo, no quise molestarte
Pero volví de Vietnam
Donde maté a un montón de caballeros vietnamitas
Algunas damas también
Y no pude soportar el dolor
Y de miedo cogí un hábito
Y pasé por la rehaz y estoy limpio
Pero no tengo lugar donde dormir
Y no sé qué hacer
Conmigo ahora mismo
Lo siento, amigo, no quise molestarte
Pero hace frío en la calle
Y mi corazón está enfermo solo
Y estoy limpio, pero mi vida es un desastre
Tercera Avenida
Y calle E. Houston
En el paso peatonal bajo el semáforo en rojo
Limpio tu parabrisas con un trapo sucio.
Poeta Allen Ginsberg (EstadosUnidos)
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