CONFESIÓN
Perdóname si mis palabras te recuerdan
una tormenta sin rostro
que iza el pañuelo hundido
sobre el umbral tibio de tus profundidades
perdóname cuando retorne a las sombras
descubierto por el silencio de tu puño.
Por eso perdona
este cielo de vaivenes en que hoy me encuentro
así como una cicatriz envejece
tus tardes de lentos calipsos.
No es fácil vestirme entre las ánimas
para tomar tus trenzas de miel
con mi lengua en delirio
no es fácil
no es fácil pararse de frente
cara a cara con el ciruelo de Septiembre
y confesarle cómo estremece mi sangre mayúscula
desfilo de rodillas
entre acequias planetarias.
Perdóname entonces
para que los espejos retornen y me llamen hijo
y ondular en tus pómulos
esos viejos secretos que guardo bajo el brazo
para que me publiques otra vez en tus labios.
Perdóname si mis palabras te recuerdan
una tormenta sin rostro
que iza el pañuelo hundido
sobre el umbral tibio de tus profundidades
perdóname cuando retorne a las sombras
descubierto por el silencio de tu puño.
Por eso perdona
este cielo de vaivenes en que hoy me encuentro
así como una cicatriz envejece
tus tardes de lentos calipsos.
No es fácil vestirme entre las ánimas
para tomar tus trenzas de miel
con mi lengua en delirio
no es fácil
no es fácil pararse de frente
cara a cara con el ciruelo de Septiembre
y confesarle cómo estremece mi sangre mayúscula
desfilo de rodillas
entre acequias planetarias.
Perdóname entonces
para que los espejos retornen y me llamen hijo
y ondular en tus pómulos
esos viejos secretos que guardo bajo el brazo
para que me publiques otra vez en tus labios.
Poeta René Silva Catalán (Chile)
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