Deja que los delitos
duerman
sobre mi vientre
altivo y renegado,
que bostecen sudores
en el ojo indefenso
del ombligo en vigilia
y despierten sonrojos
en mi cuerpo
presagiado de orgasmos.
Deja que los pecados vuelen
como abejas inciertas
en colmenas propicias
y enmielen los contornos
de mi sexo
para ensayar prodigios,
que yo he de perdonar
sus desacatos
cuando la culpa muera
en mis olvidos diarios.
Poeta Leda García Pérez (Costa Rica)
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